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    Málaga, un presente entre el ayer y el mañana

    En el sur de España, son muchos las ciudades y localidades que sufren lo mismo que la provincia y ciudad de Málaga. Metidas durante muchos años en un tipo de economía eminentemente agraria y que no era alcanzada por la modernización de la industria, se convirtieron en lo que se denomina «zonas menos desarrolladas», al menos en lo que compite al lado económico; sin embargo, si nos atenemos a su carga cultural, desde luego que la zona malagueña se pasa de muestras, la gran mayoría heredadas de un pasado que se cuenta por milenios, y que ha tenido mucho que ver en el carácter de las gentes y la sociedad en general en Málaga.

    La Bella, como se conoce a la capital de la provincia malagueña, se está viendo abocada a muchos cambios desde el siglo pasado; y el pasado y el presente intentan encontrar la forma de encajar. La sociedad, por supuesto, también ha evolucionado gracias a esos cambios, pero la dualidad antes mencionada también se nota en este ámbito, y de qué manera. No hace tanto que las gentes de Málaga eran un pueblo de origen humilde y trabajados, dedicados predominantemente al mar, quitando las localidades de sierra; sin embargo, con el boom del turismo, todo esto cambió, haciendo que la ciudad y en realidad toda la comarca acabara siendo una tomada por el sector servicios, y se convirtiera en la cuna del turismo de playa por excelencia. Esto trajo progreso, qué duda cabe, y un resurgir de la economía que hacía siglos no se veía, quizá desde la época musulmana; pero los viejos hábitos son difíciles de de erradicar o incluso de cambiar, y la sociedad, eminentemente rural y religiosa, no supo cambiar tan rápido como lo hizo la economía frete al progreso.

    Y eso, ¿dónde deja a la sociedad malagueña? Pues justamente en una especie de limbo donde el puritanismo progresista campa a sus anchas, enrareciendo el ambiente y dando lugar a diferentes opiniones en ocasiones contradictorias. Parece ser una especie de «quiero y no puedo», el querer ser liberales pero sin olvidar su pasado conservador, y el querer llevar opiniones progresistas que cargan con una tradición de puritanismo. No es que sea nada malo, porque ya digo que muchas zonas del sur español llevan esto a cuestas, y no es fácil sacudirse todas estas dualidades en cuestión de opiniones, conductas y actuaciones que rigen la sociedad.

    El sector más tradicional de los malagueños, sin embargo, se resiste a que esa doble forma de vivir la vida sea totalmente un lastre. Forma parte de su idiosincracia, y la verdad, no siempre la palabra que alude a las puritanas tiene por qué ser peyorativa, a su modo de ver. Cierto que uno siempre piensa en personas serias y secas, con un concepto de moralidad arcaico y lleno de tabúes religiosos y represión, sobre todo en el tema estrella: la sexualidad. Nos da por pensar en amas de casa, profesoras, mujeres mayores en general, y las hijas que se crían bajo su sombra; pero luego, cuando pensamos en erotismo, y tal y como demuestran las visitas a estas categorías del porno online, resulta que estas tías son las más cachondas, y las que más disfrutan del sexo porque para ellas es algo así como tomar el fruto prohibido, capaces de crear las situaciones más morbosas. Quizá la mentalidad puritana sea el caldo de cultivo donde se cuecen las mayores depravaciones, ¿o no? Siempre y cuando esto sea algo malo, que no lo tengo yo tan claro.

    Quizá sean los propios puritanos los que deberían aceptar por fin que hay que vivir a caballo entre lo que han sido y lo que son, y pensando en lo que va a ser. De hecho, ya lo hacen, porque si hoy son quienes son, es porque llevan tras ellos el peso de milenios de historia, que los ha hecho ser lo que son; y justamente por esta forma de ser, es por lo están consiguiendo entrar en el futuro con tan buena fortuna.