Colección


La colección “Alonso-Arellano” presenta más de doscientas piezas de arte africano en estrecho diálogo con obras escogidas de arte contemporáneo, simbiosis necesaria para un pensado discurso museográfico que pretende superar la acotación de “objeto etnográfico" tradicionalmente asignada a las obras de arte africanas.

Los Jiménez-Arellano viven inmersos en el mundo del coleccionismo de arte. Sienten cada nueva adquisición como la pieza que faltaba, leitmotiv del amor ausente. Entre sus logros cabe destacar las fabulosas colecciones donadas a la Universidad de Valladolid, hoy expuestas en el palacio de Santa Cruz. Gracias a la sensibilidad mostrada por parte de las autoridades eclesiásticas, Málaga recibe una nueva donación que llenaría de entusiasmo al propio Picasso y que completa el maravilloso panorama artístico-cultural de esta bella ciudad.

La exposición tiene el mérito de haber sabido integrar el gusto personal del coleccionista en unidades temáticas claramente diferenciadas dentro del marco arquitectónico del palacio episcopal. El discurso excede lo puramente estético para buscar el simbolismo y el contexto socio-cultural en el que fueron creadas las obras: Comienza con una muestra bien representada de las distintas culturas arqueológicas africanas en estrecha relación con obras de artistas contemporáneos elegidos para crear un espacio que nos remite al “origen”. En esta sala predomina el barro y la piedra. La siguiente unidad presenta “del ídolo a la divinidad” con el propósito de dar a conocer lo que nos une y lo que nos separa en materia de creencias religiosas. Atravesando el jardín llegamos a la unidad titulada “La metalurgia sagrada, fragua de civilización”, sala que agrupa una de las mejores colecciones sistemáticas de “moneda” primitiva del mundo. En homenaje al herrero e inspirados en el sonido de la “respiración” del fuelle y los rítmicos del martillo sobre el yunque dibujamos un pentagrama sorprendente en el que las formas envuelven la obra abstracta del genial Anthony Caro. Atravesando un estrecho pasillo nos recibe el “axis mundi”, puerta de entrada a las creaciones en bronce “a la cera perdida”, técnica en la que los africanos son maestros indiscutibles. Terminamos introduciendo al visitante en el vibrante mundo de las ceremonias africanas en el que no puede faltar la música y la danza.


Ramón Sanz Garvín
Comisario de arte africano

SALA 1: Origen

Origen del hombre, origen del arte, África es el continente en el que encontramos las primeras máscaras representadas en el arte parietal del Sahara, ayer como hoy usadas como instrumento de acceso al mundo de los
espíritus.

Un recorrido arqueológico por las grandes civilizaciones africanas en el que las distintas obras junto a la pintura contemporánea expuesta (aire, tierra, agua, fuego…) sugieren los primeros momentos de la Creación.

SALA 2:Del Ídolo a la Divinidad

La búsqueda africana de Dios. Mostramos los primeros estadios de la religiosidad africana hasta conocer el Evangelio de manos misioneras, reflexionando sobre el fenómeno de la inculturación del cristianismo.

SALAS 3 y 4:La Metarlurgia sagrada, fragua de civilización

A través de la paleomoneda africana, abordamos la figura mítica del herrero, héroe civilizador y maestro en la utilización del fuego en la transformación de los metales.

En homenaje al herrero, domina la sala una gran obra de Anthony Caro.

Del hierro pasamos al bronce con una magnífica muestra de vaciados, obras únicas obtenidas mediante una técnica: la cera perdida, en la que los africanos son grandes maestros.

SALA 5:Arte en movimiento

Introducimos al visitante en el vibrante mundo de las ceremonias africanas, utilizando los mejores recursos museográficos para crear una atmósfera de vivas sensaciones.